«Basta
con observarse a uno mismo y con observar a los demás para descubrir que no
somos en exclusiva los sirvientes de nuestras pasiones y de nuestras más
apremiantes necesidades biológicas, al menos en tanto en cuanto no somos
tampoco seres exclusivamente racionales; somos asimismo seres poseídos por una
complicada maquinaria psicofisiológica que incesantemente mueve sus engranajes
y que, en el transcurso de esos movimientos, arroja a la conciencia selecciones
tomadas a partir de ese número indefinido y permutaciones y combinaciones
mentales que su funcionamiento hace posible al azar. La mayor parte de estas
permutaciones y combinaciones nada tienen que ver con nuestras pasiones ni con
nuestras ocupaciones racionales; son meras imbecilidades, meros productos
casuales, de desecho, de la actividad psicológica»
Este
párrafo robado con el máximo respeto a nuestro admirado Aldous Huxley de su
obra Sobre la divinidad,
es el germen de este blog. Acudimos aquí para filosofar sobre un aspecto
difícil de abordar, pero no por ello innecesario. La mística aparece como la
única solución posible para abordar el problema de nuestro sentido existencial.
Como método para reconectarse realmente con nuestra raíz nos presenta múltiples
indicaciones, numerosas estrategias de todo orden, con el superior objetivo de
liberarnos de nuestras imbecilidades constantes relacionadas con el pasado
inexistente o con el futuro por construir.
Somos
lo que somos y eso incluye, como bien decía Gasset, nuestras inevitables
circunstancias, aquellas que rodean todo nuestro espacio cultural, social,
familiar, educacional, etc.
La
cumbre que supone abordar el misticismo para cualquier persona de a pie, de los
que trabajan, van a la universidad, compran en los supermercados o batallan el
día a día en un mercado cada vez más insufrible, es altísima, aparentemente
inalcanzable. No deja de presentarse como una propuesta sin sentido que nos
arroja al sufrimiento descabellado de renunciar a nuestro propio yo para
encontrarnos realmente. Esta oferta es inadmisible para la mayoría de los seres
humanos. Una vida de austeridad no es aceptable. Necesitamos premios que
justifiquen la vorágine en la que vivimos, que nos permitan superar el
desconcierto y sin sentido en el que estamos inmersos. Buscamos estos premios
sin percatarnos con ese deseo de que en realidad, todo este sufrimiento, ya lo
estamos llevando constantemente a cuestas sin opción real de liberación.
Vivimos en una austeridad de valores, una austeridad de sentimientos reales, de
sentido vital profundo. Estamos inmersos en la austera ausencia de felicidad
real, constante, profunda, irracional.
Es
evidente que la fuga hacia lugares recónditos nos seduce en tanto creemos que
en otro lugar podríamos encontrar ese sentido olvidado de nuestra existencia.
Ese lugar no existe más que en nuestro propio interior. No tenemos que viajar a
la India o a China para encontrarnos con nosotros. Nosotros solamente nos
encontramos aquí y ahora.
¿Cómo
y por qué abordar un viaje místico? Porque necesitamos ser felices. Para serlo
realmente es preciso que veamos con claridad qué somos, cuáles son nuestras
conexiones con lo divino que impregna todos los milagros que nos rodean.
El
ser humano es un fragmento de conciencia encarnado que va evolucionando a
partir de sus propias experiencias. Lo hace con las herramientas de la
racionalidad, los sentimientos y la fe. Todos estos elementos pueden ser
puestos en orden y utilizados en nuestra vida moderna. No necesitamos meternos
en una cueva a meditar. Necesitamos poner constantemente en práctica
instrucciones que nos permitan aclararnos, estar serenos, entender realmente de
qué va todo esto.
Hay
millones de felicidades no materiales esperando a que nuestra mente cambie el
foco de percepción y se pose sobre ellas. Para poder hacerlo debemos ir
sustituyendo progresivamente nuestro esquema de recompensas desde lo virtual a
lo real. Debemos ir cambiando con sigilo pero con esperanza los límites de
nuestra percepción para abrirlos a ese universo presente siempre por explorar.
Este
es el sentido de este espacio que pretende, por encima de cualquier cosa,
apoyar esta transformación progresiva aportando métodos, reflexiones, apoyos
emocionales y direcciones de pensamiento que converjan en el aquí y ahora de
nosotros mismos.
Hay
cientos de corrientes de pensamiento, cientos de modelos místicos con
innumerables propuestas para reconectar con nuestra esencia divina. Estamos ya
en un momento en el que podemos sintetizar, podemos centrarnos, detenernos a
mirar tranquilamente sus nexos, sus puntos en común. Volviendo a Huxley,
disponemos de sobra de elementos para configurar o entender una filosofía
perenne que nos alumbre de forma certera la ruta más apropiada.
Este
blog no es un magisterio o un espacio de referencia. Lo queremos desarrollar
como una fuente a la que se puede acudir a beber siempre que la sed del
espíritu nos presente sus necesidades y algo de sus contenidos pueda indicar la
forma de saciarla. Caminamos a hombros de gigantes, todo lo que había que
descubrir en el ámbito del ser místico ya está más que tratado o descubierto,
la propuesta incesante es la práctica de la conciencia en el aquí y ahora por
encima del dibujo mental que tenemos de nosotros mismos.
Para
comenzar fijamos un primer pensamiento de referencia:
TODAS
LAS PASIONES, TODOS LOS PENSAMIENTOS, TODOS LOS SENTIMIENTOS QUE EXPERIMENTAMOS
PARTEN Y SON PRODUCIDOS EXCLUSIVAMENTE POR NUESTRA MENTE.
ES
NECESARIO POSICIONARNOS MENTALMENTE POR ENCIMA DE ESA ACTIVIDAD PRODUCTIVA Y
DESCANSAR PUNTUALMENTE EN EL SILENCIO QUE NOS PROPORCIONA ESA CERTEZA QUE HEMOS
DECIDIDO INSTAURAR COMO PUERTO DE PARTIDA PARA NUESTRO VIAJE INTERIOR.
VERSIÓN AUDIO DESCRITA EN IVOOX