domingo, 12 de septiembre de 2010

Fases del Qi Gong para su integración en la vida


El término Qi Gong se puede traducir directamente como «trabajo de energía». El término es relativamente moderno ya que se han incluido en él numerosas variantes de trabajo energético practicadas por diferentes escuelas budistas, taoístas o médicas. En la antigüedad se hablaba más de métodos de canalización de la energía.
El individuo es un ser organizado energéticamente de común acuerdo con las energías del entorno en el que aparece. Esas diferentes energías fluctúan dependiendo de todo el universo, por lo que el Qi Gong no deja de ser un método para armonizar las energías del ser humano con la energía cósmica omnipresente en todo nuestro universo.
La medicina tradicional china distingue diferentes formas de energías para referirse a determinados procesos energéticos que tienen lugar en el interior del individuo. En sus teorías se relaciona directamente la salud con la armonía energética del ser y la enfermedad con la pérdida de dicha armonía. La acción sobre determinadas zonas del cuerpo permite restaurar ese flujo natural de la energía.
En estas teorías médicas, la enfermedad nos llega siempre de fuera en forma de viento, calor, humedad, frío, etc. También nos puede llegar de fuera con respecto a la capacidad de interpretación que tenemos de nuestro entorno por medio del pensamiento. Nuestra forma de pensar puede descontrolar nuestro estado emocional y nuestro estado energético natural. Cuando esto ocurre, lo externo y lo interno han colaborado en la desorganización energética del ser humano que finalmente enferma.
Estos planos de acción, cuerpo, mente, energía, consciencia, han de ser abordados en un proceso de equilibrio para que el espíritu esencial del individuo evolucione de manera natural desde la materia a lo más sutil. Desde la tierra hasta el cielo por medio del cuerpo. Este proceso de equilibrio parte, dentro del trabajo energético, de un momento de claridad de nuestra mente que es capaz de captar la energía necesaria para desarrollarlo. Este momento de claridad nos puede llegar de forma espontánea si las circunstancias que nos rodean son propicias o puede no presentarse a lo largo de toda una vida. En ese caso nuestra vida no dejará de ser un caminar hacia ninguna parte en el que la persona, lejos de tener claro su objetivo y sentido en la vida, vaga sin rumbo guiada por falsos mensajes de felicidad (materialismo) o por estructuras mentales desarrolladas a partir del desconcierto con el fin de soportar el conjunto de energías emocionales tergiversadas que convivirán en lo más profundo de su conciencia.
Por lo tanto, el trabajo energético que nos propone el Qi Gong contiene un potencial para subsanar estos problemas. Lograr el equilibrio y la paz interior que permitan esa comunicación con nuestro sentido primordial resulta imprescindible para que el ser que existe en nosotros recupere la consciencia de dicha existencia.
Este trabajo no debería abordarse de forma indiscriminada ya que comprometería la garantía de productividad de sus planteamientos. Mantener un orden lógico estructural, tanto en su estudio como en su conexión con la vida, se nos presenta como una necesidad dada la coherencia evolutiva del sistema con independencia del origen cultural o estilístico al que esté vinculado.

1. Fase primera
Inicialmente, se ha de lograr un estado de escucha interior. Un estado que nos debe llegar a partir de una concentración correcta. En esta primera fase los ejercicios de meditación y de concentración se deben desarrollar de forma simultánea a los procedimientos de desbloqueo articular y estiramiento muscular, así como a los ejercicios de flexibilidad propuestos por las diferentes escuelas.
Siguiendo con esta lógica, es evidente que tenemos que procurar que en nuestros canales no existan obstáculos de tensión muscular, nerviosa o de flujo de fluidos, que impidan la libre circulación de la energía. También resulta evidente que nuestra mente debe entrar en un estado de calma para poder empezar a ver.

2. Fase segunda
A partir de aquí debemos dedicar un tiempo a establecer con claridad una observación interior sobre las fases de nuestra respiración y la relajación general del cuerpo. En este periodo, la escucha de lo que ocurre en nuestro cuerpo con cada fase respiratoria, las características de esa respiración, el estado emocional y racional que se genera a partir de determinadas formas de respiración debe ser observado hasta la comprensión intuitiva de esos ritmos y esas sensaciones. Ejercicios como el Tai Ji Quan o el Yoga permiten desarrollar muchos elementos dinámicos de esta percepción o escucha sutil de nuestro interior. Sólo cuando estas dos primeras fases se han comprendido, podemos abordar el trabajo de estudio de los movimientos energéticos del cuerpo.

3. Fase tercera
Cuando hemos llegado a este estadio, nuestra mente debe estar en calma, nuestro cuerpo relajado y estirado, y nuestra observación concentrada y receptiva a nuestros ritmos naturales. Todo debe ocurrir a partir de ahora de forma natural y evolutiva. La primera parte del trabajo es poner de nuevo la conciencia en la observación de los movimientos energéticos. No podemos influir de momento directamente sobre ellos. Debemos utilizar las herramientas del conocimiento para comprender y conocer qué energías circundan nuestro cuerpo, qué mecánica observaron los antiguos maestros en sus procesos y ritmos naturales y cómo interpretar la perturbación de estas energías.
Si conocemos el recorrido de la energía en los diferentes canales del cuerpo, su aspecto Yin y su aspecto Yang, la dirección y las características de sus formas de plenitud o insuficiencia, podemos localizar el lugar o el aspecto sobre el que debemos trabajar.

4. Fase cuarta
Adquiridos estos conocimientos básicos primordiales, tendremos que dedicar un tiempo importante de nuestra vida a integrarlos en una observación constante de nuestro interior. Con ello conseguiremos ser capaces de crear un sistema consciente, real y operativo sobre el que poder ejecutar rutinas que nos permitan subsanar directamente eventuales desequilibrios utilizando una u otra energía. Prevenir actuando de manera progresiva y estacional sobre los volúmenes o puntos energéticos que nos interesen. Esta es la fase del desarrollo de la intuición tras el aprendizaje de los conceptos.
Una actitud positiva hacia la vida y de observación interior nos permitirá darle sentido al trabajo energético enfocado al desarrollo de la consciencia superior. Estado al que tenderemos de forma natural una vez interpretada la salud como fórmula natural de la existencia.

5. Fase quinta
Es el momento de reconducir nuestra búsqueda con una herramienta individual desarrollada en años de trabajo interior. En este momento de la práctica, el Qi Gong se torna natural. No necesitamos discernir sobre respiración abdominal natural, inversa, o retención del aliento. Todos estos elementos aparecerán de forma natural como resultado de nuestra acción energética sutil. Los años de meditación, de contemplación interior y de trabajo corporal deben habernos revelado el sentido de nuestra existencia en un estado de gozo que nuestra práctica nos ayudará a recordar diariamente frente a las inclemencias de la convivencia de los egos humanos.