lunes, 20 de diciembre de 2010

Curso: Trabajo corporal para la alquimia taoísta (5 de febrero de 2011)


Por su diseño biodinámico, las prácticas corporales taoístas son un método óptimo para mantenerse en forma integrando en una misma práctica cuerpo, mente y espíritu.

Su práctica continuada ayuda a la mejora general del individuo que la realiza, tanto en el plano físico como en el psicológico y emocional.

Las bases de su diseño se fundamentan en los principios originales de la medicina tradicional china y en la tradición evolutiva milenaria de la alquimia taoísta.

Miles de años de tradición avalan sus métodos suaves y progresivos en el movimiento, coherentes con la realidad estructural del ser humano al que observa desde una perspectiva holística.

El presente seminario monográfico pretende dar a conocer las bases y metodologías aplicadas al trabajo corporal específico de esta corriente filosófica. El estudio de los mecanismos profundos del Ser en todas sus facetas fue un objetivo fundamental de las escuelas taoístas. Su búsqueda de la longevidad les llevó a descubrir un orden y equilibrio óptimos en la estructura humana para su evolución.

Este equilibrio manifestado en el concepto universal del Tai Ji (yin/yang) es la base teórica y filosófica de todo un corpus de conocimiento relativo al ser humano, a su cuerpo físico, su cuerpo energético y a su plano espiritual de desarrollo.

Las respuestas a nuestras preguntas están dentro de nosotros mismos y existen métodos como el que nos ocupa para dejarlas aflorar a nuestra conciencia.

En el curso estudiaremos de forma programada los fundamentos del trabajo, el orden de ejecución y las rutinas básicas para integrarlas en nuestra búsqueda personal.
Es un curso abierto a todas las personas interesadas en profundizar en estos conocimientos y en desarrollar la intuición profunda sobre nuestro propio cuerpo a través de ejercicios derivados de la mística taoísta y de la alquimia fundamental del trabajo corporal.

Lugar: Centro Marialma
Día: sábado 5 de febrero de 2011
Duración: 10:00 a 13:00 horas
Precio: 30 €
 
Reserva de plaza por correo electrónico a la dirección info@tainostrum.es antes del 1 de febrero.

martes, 14 de diciembre de 2010

Nuevos horarios de Tai JI Quan en el Centro Marialma

Para este 2011 ampliamos nuestra oferta de horarios en el Rincón de la Victoria (Málaga):


Horario 1: Lunes y miércoles de 09:00 a 10:00
Horario 2: Lunes y miércoles de 17:00 a 18:00
Horario 3: Miércoles de 18:30 a 20:00

Los horarios 1 y 2 pueden combinarse para personas que trabajan una semana de tarde y otra de mañana pueden asistir unas veces por la mañana y otras por la tarde.
El horario de los miércoles es de Tai Ji Quan tradicional y puede combinarse con una hora extra los lunes de 17:00 a 18:00 para aquellos interesados en trabajar 2 horas y media a la semana. Los precios son diferentes para cada opción.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Curso de San Shou: sábado 13 de noviembre de 2010


El próximo sábado 13 de noviembre realizaremos un curso sobre San Shou en la Instituto Shaolín España en San Pedro de Alcántara (Málaga).

Estudiaremos las bases del trabajo marcial del Tai chi chuan así como una pequeña secuencia de trabajo por parejas basada en técnicas de la forma de 24 movimientos para estudiar su aplicación y desarrollo.

Todos los interesados pueden solicitar más información en la dirección info@tainostrum.es o en los teléfonos 654 14 56 76 y 691 643 348.

lunes, 25 de octubre de 2010

La inmortalidad del presente meditativo


Qué ajetreo. Desde la mañana a la noche apenas nos queda tiempo. Vivimos impulsados sin más atisbos de descanso que los dictados como convenientes.
¿Por qué esta sensación? ¿En qué gastamos el tiempo?

Vivimos en una proyección constante en la que la sensación de no tener tiempo nace de la incapacidad de vivir realmente el presente, un presente que no termina de llegar nunca, un presente al que aspiramos llegar huyendo constantemente de él.

La meditación resulta culturalmente anacrónica, si entendemos por meditar aquello de sentarse tranquilamente y no hacer nada. Y mientras ¿qué pasa con la vida? ¿Cómo sentarnos a no hacer nada, a perder el tiempo? Cuestiones lógicas a las que tendremos que atender para comprender el real significado de la práctica meditativa.

Como ejercicio tiene un sinfín de utilidades para las mentes que buscan la profunda realidad del ser humano. Lejos de reducirla exclusivamente a un «no hacer nada», debemos entenderla inicialmente como un esfuerzo, consecuentemente en un hábito y finalmente en un elemento indispensable para compensar el desbarajuste, que esta acumulación de egos incontrolados, ha generado en el contexto humano.

Meditar es ser humano, en su más amplia concepción. La forma, el método o la escuela no son determinantes a la hora de evaluar su utilidad. Si partimos de las necesidades del ser humano, las auténticas necesidades de comprensión existencial y de aprovechamiento de la vida, veremos que los principios generales de todas las escuelas y métodos de meditación (activa, pasiva, estática, dinámica, etc.) cumplen los requisitos de nuestras necesidades.

Pero sobre todas las finalidades que podamos buscar en el ejercicio meditativo, existe una fundamental, una que, en los tiempos actuales, no debería ser pasada por alto en absoluto: el máximo control de nuestras mentes.

El contexto en el que hemos llegado a integrarnos por nacimiento, colaboración o simple intervención, nos convierte ante todo en roles muy definidos. Somos consumidores influenciables, votantes ideológicamente incitados, trabajadores obligados o inadaptados excluidos. En algunos casos, somos todo esto y eso, nos guste más o menos, acentúa las influencias sobre nuestro pensamiento evolutivo y
sus influencias sobre nuestra capacidad de ser conscientes. Nos condiciona tanto en nuestra capacidad de adaptación, como en la generación de recuerdos y proyecciones a futuros menos opresivos para nuestra esencia fundamental.

Podríamos afirmar que el ser humano sufre su propia decisión. Es víctima de él mismo en manifestaciones de estructuras de poder que no siempre elige en realidad. Somos pasado y futuro, los estratos en los que la influencia externa goza de más posibilidades de producirse. Sin embargo, el presente, ese al que realmente aspiramos, pese a todos los intereses (económicos, políticos y sociales) tentados de extraernos de él, es sólido y fuerte cuando nuestra mente dispone de la capacidad de situarse sobre él en absoluta consciencia, sin proyecciones aspiradas o recuerdos condicionantes.

Resulta muy difícil permanecer en el presente porque, para ello, el presente nos exige conciencia absoluta, nos exige un razonamiento estrictamente puntual que no progrese a variables esencialmente no deseadas. El presente nos llama desde el silencio y desde la serenidad de no evolucionar en la lógica y sí en la intuición propia del acto de comunión con el magma del que formamos parte.

Cuando meditamos, nuestra mente realiza el esfuerzo de auto dominarse. Realiza la acción de poner límites a las estructuras lógicas que ella misma crea para reforzar la dirección que le marca el espíritu, la conciencia, el alma o, como decidamos llamar a aquello que nos hace ser conscientes de que pensamos.

Las necesidades de ser felices nos llegan relacionadas con la meditación por dos vías intercomunicadas. La primera es la facultad de parar el razonamiento lógico y permanecer serenamente expectantes a los acontecimientos que el universo nos permite observar sin juicios, sin historias derivadas ni recuerdos relacionados. Nos permite la felicidad de no desear, de no aspirar y evita la angustia inherente a la expectativa de la consecución de lo deseado, con todas sus proyecciones cíclicamente indefinidas.

La segunda línea de felicidad que nos propone la meditación es la posibilidad de definir la dirección de nuestro pensamiento hacia lo que tenemos y que podría reportarnos felicidad, en vez de a lo que nos acucia como problema que, finalmente, no suele tener la contundente importancia que le asignamos desde su magnética fijación inicial. No miramos lo que podría hacernos felices, miramos lo que nos hace sufrir, en un intento de batallar hasta doblegar esta infelicidad, sin darnos cuenta que ambos aspectos de la existencia son hermanos gemelos. Solo disfrutamos la felicidad en conciencia y en pensamiento ante la referencia de lo infeliz. El universo dual tiene esta característica opcional y evitar lo uno significa directamente anular la posibilidad de expresión de lo otro.

Para fijar nuestra mente en lo que tenemos, debemos partir de una base fundamental en nuestras estructuras lógicas. Estamos vivos, estamos sanos, tenemos ropa, comida, espacio para vivir, amigos, familias y un universo maravilloso nos rodea. A partir de aquí, cuando damos esto por sabido, no podemos permitirnos el lujo de olvidarlo, porque, cuando lo olvidamos, creamos directamente una nueva dirección del pensamiento que se posa en la otra cara de la moneda.

En ese instante queremos cambiar ese panorama oscuro actuando directamente sobre él, bien soslayándolo, bien superponiéndolo, o bien sufriéndolo reiteradamente hasta que el sufrimiento se convierte en la constancia permanente y el eje condicionante de nuestra vida.

Hay otras formas de superar estos obstáculos o de actuar acorde a su manifestación. Tenemos la potestad de evolucionar desde lo positivo sin prestarle demasiada atención a las opciones que surgen desde la confrontación con lo negativo.

Cuántas personas sufren una estética que no aceptan influenciadas por unos patrones que algunos han decidido. Cuántas personas sufren por las obligaciones de esfuerzo que el existir nos exige. A cuántas personas no aceptamos porque no cumplen los requisitos que previamente hemos fijado en nuestra mente como aceptables, bien por educación, bien por herencia, bien por influencia mediática o
bien por experiencias traumáticas pasadas.

La conciencia puede posicionarse en concentración sobre lo que deberíamos agradecer y aceptar los problemas que surgen en nuestra vida como traumáticos modos de evolución desde los que debemos aprender y manifestar conciencias de orden superior.

No podemos exigir un 100 % de nada a nadie si no estamos a esa altura. Únicamente tendremos acceso a personas de un nivel de relación similar al nuestro. Nuestra valoración, además de improcedente, resultaría harto injusta si partimos de la base de que nuestra excelencia como valoradores está, por defecto, ya invalidada por el simple hecho de juzgar.

Sólo si estamos en un 100 % de nuestra conciencia, tendremos acceso a personas con un 100% de conciencia y estaremos en disposición de valorar este positivo porcentaje en tanto que esta empatía de reconocimiento sólo es posible entre pares.

El perfeccionamiento nace del interior de cada persona. Los problemas que nos acucian tienen la misión de enseñarnos caminos y el esfuerzo por superarlos debe estar motivado siempre desde el amor que sintamos, la compasión y la gratitud por disfrutar de tantas cosas como las que disfrutamos.

Todo esto puede resultar lógico pero inviable si nuestro pensamiento, nuestra mente, no dispone de la capacidad de autodireccionarse hacia lo positivo, si no tiene la posibilidad de evitar las proyecciones y los recuerdos a los que el medio le empuja, si no somos capaces de entender que en el silencio y la observación sin juicios está el germen de la aceptación de lo que somos y de la proyección de los sentimientos y actos que hacen que el ser humano sea lo que debe ser como referencia divina entre los seres que pueblan la tierra.

lunes, 18 de octubre de 2010

El Tui Shou como práctica para la salud

Según la medicina tradicional china, el cuerpo humano es un conjunto de densificaciones y sutiles emanaciones de energía que se manifiestan de diferentes formas.
Estas formas aparecen como diferentes entramados interactuantes que, de forma sinérgica, producen el conjunto que reconocemos como ser humano. Huesos, tendones, ligamentos, músculos, vísceras, órganos, cerebro, sistema nervioso, etc., resultan no ser más que manifestaciones diferentes, en un estrato físico de jerárquica funcionalidad, creadas a partir de la más sutil emanación energética indeterminada.
Esta definición viene a remarcar que, esencialmente, somos energía, en muchas formas, en diferentes vibraciones, con radiaciones distintas o singulares, que interactúan con un medio plagado de otras singularidades de similares características a las nuestras pero con movilizaciones diferentes, con otros procesos de crecimiento, transformación, deterioro y reproducción, no siempre coincidentes con nuestro contexto individual.
Nuestro flujo energético se manifiesta en el mundo tangible como una estructura física de gran complejidad, que va desde lo más burdo y sólido a lo más sutil e imperceptible, toda ella atravesada por un vínculo magmático de energía que la determina como entidad individual relacionada con el resto de los elementos que componen la tierra y el resto del universo.
Según los antiguos maestros, cada uno de nuestros órganos, cada una de nuestras vísceras, nuestras sustancias y tejidos, tienen unos procesos de flujo y de interacción que nos describen como seres circuitados por meridianos energéticos. Estos meridianos son líneas por las que la energía, en su manifestación más sutil, discurre por todo nuestro cuerpo biológico en consonancia con la hora del día, con el posicionamiento de las estrellas y, en definitiva, relacionada directamente con las fuerzas magnéticas y gravitacionales de todo el universo.
El equilibrio del ser humano depende en gran medida del equilibrio de sus energías internas, una homeostasis imprescindible para la vida y para lo que denominamos en occidente salud. Este equilibrio puede verse alterado por afectación de los elementos externos a los que estamos sometidos: entorno físico, climatología, sociedad/cultura, contaminación, etc.
Nuestra manera particular de interpretar psíquicamente este entorno y sus variables determinan también, en gran medida, la afectación profunda que recibimos desde él en los planos más sutiles de nuestro ser.
Evitar este desequilibrio forma parte de la búsqueda individual de cada persona en su proceso de adaptación con el medio en el que ha aparecido.
Algunas veces, los mecanismos de los que nuestra mente dispone para establecer este proceso de equilibrio son nefastos de partida (educación, sociedad o genética entre otros) y la alteración viene dada casi sin intervención consciente del individuo.
Los maestros de la antigüedad elaboraron un complejo compendio de estudios que describían, con absoluto detalle, la circulación energética del ser humano, sus correspondencias a nivel físico y psíquico, su relación con las emociones, los pensamientos, los sentimientos y los desórdenes orgánicos.
De estos estudios, cuyo referente más antiguo resulta ser el So Wen Nei Jing conocido como «Canon de medicina interna del emperador amarillo», se desarrolló una ciencia milenaria que abordó los procesos de reestructuración energética de los desequilibrios que afectan al hombre mediante una serie de técnicas entre las que destaca la acupuntura.
Los tratamientos se realizaban insertando un número determinado de finas agujas en pequeñas zonas concretas de los meridianos anteriormente descritos. Estas zonas denominadas puntos de acupuntura son espacios, o vórtices, en los que es posible influir sobre la circulación bioenergética de la persona.
Conocemos numerosas combinaciones de punciones, así como detalles específicos de la utilidad y relación de cada uno de los vórtices en los que las agujas podían ser insertadas.
La evolución de esta medicina ancestral ha dado lugar a un sin fin de estudios y de alternativas relacionadas con la prevención de las situaciones de desequilibrio energético. Con ellas se podía identificar un estado bioenergético perturbado y manifestado, en cualquiera de los planos que afectan a la persona, y ejercer una acción directa sobre ella para su restauración.
Sistemas como el Tai Ji Quan y el Qi Gong, utilizan esta ciencia y filosofía para promover, en sus estructuras profundas y en sus métodos de utilización corporal, la reequilibración sistemática de las energías del ser humano por diferentes medios.
La movilización interna de los fluidos, la resonancia de estados de conciencia simplificados o equilibrados, la movilización de las estructuras duras y blandas del organismo, la adaptación respiratoria y un gran número de mecanismos de manipulación corporal, sirvieron para establecer fórmulas par ayudar a la mejora sobre el desequilibrio particular del enfermo, facilitando el natural proceso de autocuración de las personas.
Las aplicaciones del Tui Shou como elemento complementario, a la vez que fundamental de la práctica del Tai Ji Quan, se suelen centrar en el desarrollo de habilidades para la práctica marcial, para la comprensión de las técnicas contenidas en las formas de Tai Ji Quan o para el entretenimiento entre competidores de la misma disciplina.
No obstante, en los últimos años, las investigaciones sobre las manipulaciones derivadas del Tui Shou, sobre sus efectos biodinámicos en el practicante y, sobre todo, sobre las referencias constantes del Tai Ji Quan como estilo marcial interno en su vinculación con la medicina tradicional china, exigen una revisión del potencial profiláctico de esta práctica.
Cuando tocamos, empujamos, rozamos, presionamos o movilizamos el cuerpo de otra persona, afectando en gran medida a su estructura corporal en general, estamos actuando sobre su estructura bioenergética con un nivel de afectación importante sobre la misma.
Cada movilización realizada sobre un grupo articular, sobre sus tejidos y fluidos, ejerce un efecto determinado que podríamos definir como: una forma de digitopresión dinámica asistida por el movimiento y la intención, con repercusión sobre la base energética general y específica del individuo.
Para poder ir dando cuerpo a esta idea de la manipulación energética desde el Tui Shou tenemos que conocer, de partida, los circuitos energéticos, su dirección anatómica y la profundidad de su circulación, tenemos que comprender los ángulos naturales de movilización articular, sus límites y nuestra capacidad para oír/sentir dichos límites, actuando directamente sobre ellos, sin romper ni forzar más allá de lo que pretendemos para que el efecto redunde en una situación de reequilibrio antes que en un desequilibrio total.
Podemos establecer las directrices de presión desde el conocimiento de los puntos o vórtices de acción energética sobre el meridiano para poder actuar sobre ellos en consonancia con el movimiento y el estiramiento propuesto desde el Tui Shou.
Resulta imprescindible analizar estos elementos para, a partir de ahí, establecer los procedimientos de acción dentro del ámbito del Tui Shou que nos permitan disponer de un protocolario determinado que tenga capacidad de acción bioenergética restaurativa o reequilibradora. Este apoyo podría ser un elemento coadyuvante de terapias más profundas como la acupuntura o la moxibustión.
Pensamos que, por una parte, el desarrollo de este conocimiento permitirá comprender mejor la idea de base del Tui Shou en todos sus ámbitos de aplicación, además de servir de un complemento ideal para la restauración y mejora de las estructuras dinámicas superiores y las estructuras energéticas generales del individuo, algo que va en la dirección del Tai Ji Quan, que no es otra que la de propiciar el óptimo equilibrio entre el Yin y el Yang del practicante.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Fases del Qi Gong para su integración en la vida


El término Qi Gong se puede traducir directamente como «trabajo de energía». El término es relativamente moderno ya que se han incluido en él numerosas variantes de trabajo energético practicadas por diferentes escuelas budistas, taoístas o médicas. En la antigüedad se hablaba más de métodos de canalización de la energía.
El individuo es un ser organizado energéticamente de común acuerdo con las energías del entorno en el que aparece. Esas diferentes energías fluctúan dependiendo de todo el universo, por lo que el Qi Gong no deja de ser un método para armonizar las energías del ser humano con la energía cósmica omnipresente en todo nuestro universo.
La medicina tradicional china distingue diferentes formas de energías para referirse a determinados procesos energéticos que tienen lugar en el interior del individuo. En sus teorías se relaciona directamente la salud con la armonía energética del ser y la enfermedad con la pérdida de dicha armonía. La acción sobre determinadas zonas del cuerpo permite restaurar ese flujo natural de la energía.
En estas teorías médicas, la enfermedad nos llega siempre de fuera en forma de viento, calor, humedad, frío, etc. También nos puede llegar de fuera con respecto a la capacidad de interpretación que tenemos de nuestro entorno por medio del pensamiento. Nuestra forma de pensar puede descontrolar nuestro estado emocional y nuestro estado energético natural. Cuando esto ocurre, lo externo y lo interno han colaborado en la desorganización energética del ser humano que finalmente enferma.
Estos planos de acción, cuerpo, mente, energía, consciencia, han de ser abordados en un proceso de equilibrio para que el espíritu esencial del individuo evolucione de manera natural desde la materia a lo más sutil. Desde la tierra hasta el cielo por medio del cuerpo. Este proceso de equilibrio parte, dentro del trabajo energético, de un momento de claridad de nuestra mente que es capaz de captar la energía necesaria para desarrollarlo. Este momento de claridad nos puede llegar de forma espontánea si las circunstancias que nos rodean son propicias o puede no presentarse a lo largo de toda una vida. En ese caso nuestra vida no dejará de ser un caminar hacia ninguna parte en el que la persona, lejos de tener claro su objetivo y sentido en la vida, vaga sin rumbo guiada por falsos mensajes de felicidad (materialismo) o por estructuras mentales desarrolladas a partir del desconcierto con el fin de soportar el conjunto de energías emocionales tergiversadas que convivirán en lo más profundo de su conciencia.
Por lo tanto, el trabajo energético que nos propone el Qi Gong contiene un potencial para subsanar estos problemas. Lograr el equilibrio y la paz interior que permitan esa comunicación con nuestro sentido primordial resulta imprescindible para que el ser que existe en nosotros recupere la consciencia de dicha existencia.
Este trabajo no debería abordarse de forma indiscriminada ya que comprometería la garantía de productividad de sus planteamientos. Mantener un orden lógico estructural, tanto en su estudio como en su conexión con la vida, se nos presenta como una necesidad dada la coherencia evolutiva del sistema con independencia del origen cultural o estilístico al que esté vinculado.

1. Fase primera
Inicialmente, se ha de lograr un estado de escucha interior. Un estado que nos debe llegar a partir de una concentración correcta. En esta primera fase los ejercicios de meditación y de concentración se deben desarrollar de forma simultánea a los procedimientos de desbloqueo articular y estiramiento muscular, así como a los ejercicios de flexibilidad propuestos por las diferentes escuelas.
Siguiendo con esta lógica, es evidente que tenemos que procurar que en nuestros canales no existan obstáculos de tensión muscular, nerviosa o de flujo de fluidos, que impidan la libre circulación de la energía. También resulta evidente que nuestra mente debe entrar en un estado de calma para poder empezar a ver.

2. Fase segunda
A partir de aquí debemos dedicar un tiempo a establecer con claridad una observación interior sobre las fases de nuestra respiración y la relajación general del cuerpo. En este periodo, la escucha de lo que ocurre en nuestro cuerpo con cada fase respiratoria, las características de esa respiración, el estado emocional y racional que se genera a partir de determinadas formas de respiración debe ser observado hasta la comprensión intuitiva de esos ritmos y esas sensaciones. Ejercicios como el Tai Ji Quan o el Yoga permiten desarrollar muchos elementos dinámicos de esta percepción o escucha sutil de nuestro interior. Sólo cuando estas dos primeras fases se han comprendido, podemos abordar el trabajo de estudio de los movimientos energéticos del cuerpo.

3. Fase tercera
Cuando hemos llegado a este estadio, nuestra mente debe estar en calma, nuestro cuerpo relajado y estirado, y nuestra observación concentrada y receptiva a nuestros ritmos naturales. Todo debe ocurrir a partir de ahora de forma natural y evolutiva. La primera parte del trabajo es poner de nuevo la conciencia en la observación de los movimientos energéticos. No podemos influir de momento directamente sobre ellos. Debemos utilizar las herramientas del conocimiento para comprender y conocer qué energías circundan nuestro cuerpo, qué mecánica observaron los antiguos maestros en sus procesos y ritmos naturales y cómo interpretar la perturbación de estas energías.
Si conocemos el recorrido de la energía en los diferentes canales del cuerpo, su aspecto Yin y su aspecto Yang, la dirección y las características de sus formas de plenitud o insuficiencia, podemos localizar el lugar o el aspecto sobre el que debemos trabajar.

4. Fase cuarta
Adquiridos estos conocimientos básicos primordiales, tendremos que dedicar un tiempo importante de nuestra vida a integrarlos en una observación constante de nuestro interior. Con ello conseguiremos ser capaces de crear un sistema consciente, real y operativo sobre el que poder ejecutar rutinas que nos permitan subsanar directamente eventuales desequilibrios utilizando una u otra energía. Prevenir actuando de manera progresiva y estacional sobre los volúmenes o puntos energéticos que nos interesen. Esta es la fase del desarrollo de la intuición tras el aprendizaje de los conceptos.
Una actitud positiva hacia la vida y de observación interior nos permitirá darle sentido al trabajo energético enfocado al desarrollo de la consciencia superior. Estado al que tenderemos de forma natural una vez interpretada la salud como fórmula natural de la existencia.

5. Fase quinta
Es el momento de reconducir nuestra búsqueda con una herramienta individual desarrollada en años de trabajo interior. En este momento de la práctica, el Qi Gong se torna natural. No necesitamos discernir sobre respiración abdominal natural, inversa, o retención del aliento. Todos estos elementos aparecerán de forma natural como resultado de nuestra acción energética sutil. Los años de meditación, de contemplación interior y de trabajo corporal deben habernos revelado el sentido de nuestra existencia en un estado de gozo que nuestra práctica nos ayudará a recordar diariamente frente a las inclemencias de la convivencia de los egos humanos.

domingo, 5 de septiembre de 2010

La práctica continua del Tai Ji Quan I

Foto de cambiodefractal.
Los comienzos siempre resultan difíciles, aunque se trate de algo que decidimos hacer por voluntad propia sin más compromiso que nuestro propio interés.
Al iniciarnos en el Tai Ji Quan (TJQ), contamos con la energía extra que nos proporciona, por un lado, el entusiasmo natural por lo novedoso y, por el otro, la curiosidad por adentrarnos en un mundo nuevo, tanto de sensaciones y experiencias como de expectativas desconocidas.
El abordaje del estudio del TJQ no resulta fácil. Estamos ante un sistema que requiere, como todos los estilos marciales en general, mucha práctica y constancia para su desarrollo.
Parafraseando el octavo hexagrama del Ching, asumiremos que precisamos tener elevación, duración y perseverancia para adentrarnos en este sistema y poder comprender su magnitud real, algo que parece no ser deseado así por todo el mundo.
Esta dificultad con lo que nos encontramos al comienzo del entrenamiento y la práctica, va acompañándose, progresivamente, de cuestiones que nos surgirán en la medida en la que nuestras energías de sensaciones, experiencias y novedades, se vayan agotando precisamente por su necesidad de trascendencia a otros niveles.
En este orden de cuestiones, podríamos sintetizar dos de ellas que, ante todo, deberían ser resueltas para poder mantener la energía psíquica precisa para que nuestro esfuerzo diese los frutos que esperamos de él.
En primer lugar nos preguntamos ¿qué busca realmente el practicante actual de TJQ? y, en segundo lugar ¿qué necesidad real de introducirse en los contenidos más profundos de este sistema tiene alguien que pretende, exclusivamente, unos beneficios para su salud a partir de la práctica?
El practicante «tipo» de nuestro tiempo es muy diverso y sería extremadamente complejo definir un patrón de intereses comunes en la práctica del TJQ, al tratarse de un elemento con tantas líneas de interpretación diferentes. Pero, omitiendo esta intención de definición, sí podemos observar que algunos de los intereses mayoritarios, en las personas que se aproximan a los centros en los que se imparte esta modalidad, son los de mejorar su salud, combatir el estrés, moverse pero sin demasiado esfuerzo físico y, en la misma línea, disfrutar de un movimiento estéticamente agradable y apacible.
Podemos ver que todos estos puntos van en una dirección muy definida que parece antagónica frente a las imágenes que proyectan sobre la práctica los antiguos manuscritos de este arte marcial.
Todos los grandes maestros de nuestro tiempo coinciden en afirmar que la práctica rutinaria de los movimientos simplificados del TJQ proporciona enormes beneficios para la salud y que, realmente, no se requiere un estudio en profundidad del sistema para que estos beneficios se produzcan. Esta afirmación no entra en conflicto con la visión de los maestros más ortodoxos que, en su práctica diaria, insisten en la necesidad de integrar los conceptos del sistema en todos aquellos elementos de nuestra vida que sean susceptibles de adoptarlos.
Podríamos concretar que el practicante actual está preocupado por mejorar su calidad de vida y que, en la información que se ha difundido hasta ahora del TJQ, éste se presenta como un sistema óptimo para mejorar en este sentido, lo cual es realmente cierto.

La práctica continua del Tai Ji Quan II

Volvamos a la segunda cuestión: ¿Qué necesidad real hay de profundizar o ir más allá de una práctica ocasional?
Veamos, si nuestro entrenamiento cumple el objetivo propuesto a través de un par de sesiones de entrenamiento guiado a lo largo de la semana, seguramente no tendremos que responder a este punto, bastará con mantener la constancia en el trabajo y punto.
Sin embargo, en el caso de que la práctica continuada nos presente cuestiones más profundas, seguramente tendremos que abordar la cuestión para generar las respuestas motivadoras precisas; aquellas que guíen nuestra energía psíquica en el camino del esfuerzo hasta la comprensión y motivación real de nuestra búsqueda.
¿A qué nos referimos entonces? Básicamente precisamos introducirnos en el sistema en la medida que nuestra práctica nos lo vaya requiriendo y, este requerimiento, tendrá mucho que ver con los efectos que, a todos los niveles de nuestro ser, producirá el simple trabajo estructural, corporal y respiratorio del TJQ.
En esta lógica, bastaría dejar que las cosas ocurriesen y, a partir de ahí, responder con naturalidad a los estímulos del entrenamiento, tanto al nivel de mantener la práctica, como al nivel de determinar un mayor compromiso con nuestra búsqueda personal dentro del entrenamiento.
Quizá el único requisito que para ambas cuestiones sería exigible, tanto en la práctica habitual sin profundizaciones, como en el estudio concienzudo de las raíces más profundas, sería la constancia en el entrenamiento como condición fundamental para que el resultado sea satisfactorio a nuestras pretensiones iniciales.
Aunque tiene un sentido metafórico, muchos maestros coinciden en afirmar que un día de práctica es un día que ganamos en evolución y un día sin práctica equivale a 10 días de pérdida.
Esta afirmación no es realmente una exageración. Toda la teoría moderna del entrenamiento deportivo apunta en esa dirección y, en cualquier caso, siempre se recomienda una constancia en el entrenamiento para conseguir una mejora de rendimiento y una progresión en los objetivos fijados por medio del sistema utilizado para entrenarnos.
El TJQ es un entrenamiento, con muchas finalidades, muchas posibilidades, mucha cultura y sociedad a sus espaldas, pero no deja de ser un entrenamiento en el que el reencuentro con el ser real que somos aparece, en latitudes elevadas, como el máximo objetivo de la práctica marcial.
Por este motivo tenemos que plantearnos si, realmente, podemos o no permitirnos el lujo de mantener una constancia de entrenamiento de tan sólo dos horas o tres a la semana y, sobre todo, revisar realmente qué tipo de excusa nos estamos poniendo para evitar el relativo esfuerzo que este tipo de entrenamiento requiere.
La práctica no tiene descansos al igual que la vida no para de transformarse siguiendo las leyes de la naturaleza. Realmente no hay un motivo para dejar de practicar, no hay una excusa que justifique que dejemos de dedicar a nuestro interior dos o tres horas a la semana.
Todas las horas que dediquemos al entrenamiento serán productivas para abordar otras actividades con más agilidad física y mental, con mejor estado de salud y con más ilusión y alegría. Todo lo que invirtamos en desarrollarnos interiormente son futuras píldoras que evitamos tomar para el estrés, el insomnio, la tristeza, la depresión y otras muchas dolencias que, con un poco de esfuerzo, pueden evitarse.
¿A qué se debe pues el absentismo que se sufre en muchas escuelas tradicionales de práctica? En numerosas conversaciones entre profesores de diferentes estilos, hemos podido observar que existe una crítica de base a la actitud del practicante occidental. El hecho de que seamos una cultura que se basa en novedades, cambios de moda, evolución estética, transformación vertiginosa de los valores sociales y económicos, nos hace proclives al abandono de todo aquello que parezca ser una rutina o, en última instancia, que plantee la energética motivacional en plazos relativamente reducidos.
En boca de algunos grandes maestros, somos unos continuos comenzantes. Aunque la palabra no sea muy acertada, su finalidad define perfectamente nuestro estado de compromiso, no ya con cualquier práctica, sino con nosotros mismos.
Lejos de extremismos y obsesiones, deberíamos afrontar la realidad de lo que somos: seres impermanentes pero con necesidades continuas. No podemos dejar de beber y de comer, de respirar, de dormir ni de relacionarnos. Nuestra vida está plagada de rutinas imprescindibles en el contexto de lo existencial. Introducir otras rutinas a veces se ve justificado bajo un estipendio remunerativo. Trabajamos ocho horas al día por un sueldo, estudiamos otras tantas para conseguir un empleo o desarrollamos una profesión que tendrá, incluso en los casos más vocacionales, un interés de manutención para la vida. Realmente, si nos paramos a pensarlo, las rutinas que somos capaces de mantener son aquellas que nos aseguran una economía y, por ende, una supervivencia.
Llegados a este punto, resultaría casi imprescindible, lejos de todo dogmatismo, plantearse las cosas desde otro punto de vista. El ser humano está vivo, necesita moverse, respirar, sentir, evolucionar en lo físico y en lo psíquico. La vida no puede ser una mera supervivencia cuando la consciencia nos ha invadido hasta este punto. Comprendemos, sentimos, somos conscientes, una realidad que, citando a Teilhard de Chardin, nos configura como un fenómeno existencial en el contexto del universo. Todo estos atributos, todas estas pretensiones de conciencia, no pueden quedarse en las superficies de lo que nos venden, no pueden resumirse en un comprar y vender desde que nacemos hasta que nos morimos.
Necesitamos fortalecer otros valores que nos permitan vivir más sanos y felices, que nos ayuden a comprender la real naturaleza del ser humano que, en última instancia, no es ni bueno ni malo de raíz, es ante todo un ser que decide lo que quiere ser. Este libre albedrío deberíamos ejercerlo desde la comprensión de nuestra real naturaleza, nuestro real sentido y nuestras reales necesidades, para poder caminar libremente en la dirección que esa naturaleza y sentido nos marcan.
No sabemos exactamente a dónde vamos, pero sin ninguna duda «somos» y marchamos de forma consciente por la vida.
El Tai Ji Quan, como cualquier arte marcial tradicional, no se nutre de un compendio técnico a partir del cual aprender a destrozar a otras personas. Como sistema busca en las raíces más profundas del ser humano su naturaleza real, nos enfrenta a través del movimiento consciente, de la respiración consciente y del enraizamiento en un presente que discurre sin interrupciones, con lo que realmente somos. Lo que podemos ser es una constante que se perpetúa a través del día a día de nuestra vida.
Vamos y venimos, pero lo humano permanece y evoluciona a través de unos valores que cada vez se pierden más en la amalgama de novedades con la que nuestra sociedad nos bombardea. No debemos verlo como algo negativo, pero sí necesitamos preservar nuestra realidad interior para no vivir a merced de estas tendencias que no tienen que ver con el ser humano realmente; tienen que ver con una sistemática de ventas y productividad que difiere mucho de las necesidades reales de cualquier persona normal.
Practicar a diario, no sólo es un acto de voluntad y motivación; es una apuesta por nuestra capacidad de decidir y de instaurar patrones en nuestra vida que nos ayuden a desarrollarnos. Un día de práctica es realmente un día ganado a la desidia. Es un día empleado en demostrarnos a nosotros mismos que realmente somos los que decidimos. Es una hora en la que, lejos de cualquier tendencia, estamos dónde queremos estar, en la convicción de que el tiempo empleado en ello es un elemento de refuerzo para nuestra búsqueda real en la vida.
No practicamos exclusivamente para ser más fuertes, valientes y decididos. Practicamos a diario para sentirnos en conexión con nuestro cuerpo. No hay descanso en nuestra necesidad de sentirnos reales, como no puede descansar nuestro corazón en el trayecto que dura la vida. Comprender este vínculo entre la naturaleza incansable de nuestro corazón y el sentido de nuestra motivación existencial en la vida nos aportará toda la energía que necesitamos para vivirla en felicidad, en salud, en amistad y en desarrollo personal a través de una práctica como el TJQ.

sábado, 17 de abril de 2010

Curso de Tai Chi estilo Chen con el maestro Thomas Cantegrit

 
Continuamos el estudio y práctica del Tai Ji Quan de la familia Chen así como sus referentes en el trabajo de empuje de manos y aplicaciones marciales del estilo.
En esta ocasión, la formación en el Tai Ji Quan de la línea de la familia Wang evoluciona en un módulo con el que comenzaremos a aprender el trabajo tradicional de Abanico de Siming, una estructura de 108 movimientos que materializa en técnica y arma los principios fundamentales del taoísmo a través del Tai Ji Quan.
Las opciones del curso son multinivel y en ellas pueden incorporarse practicantes iniciales de Tai Ji Quan o técnicos avanzados/profesores que deseen conocer los detalles más profundos del arte taoísta basado en el Tai Ji.
El curso se divide en tres módulos que pueden realizarse juntos o por separado según las preferencias o posibilidades de los alumnos que deseen participar en la formación.
En esta ocasión se mantendrá el seguimiento de los alumnos que ya han participado en cursos anteriores y se sentarán las bases iniciales de trabajo para los que comienzan ahora.


TaiNostrum mantiene cursos mensuales de reciclaje de las materias impartidas para que la práctica continúe hasta el próximo seminario anual que tendrá lugar en noviembre de este mismo año. Puedes mantener la formación si quieres todos los meses en módulos de 2 horas.

CURSO PRIMERO 2010
1 y 2 de mayo de 2010
LUGAR
C/Paco Miranda N1 - Málaga

HORARIO

SÁBADO 1
Módulo 1: 10:00 A 13:00 (35 €)
Chen Shi Tai Ji Quan
Módulo 2: 17:00 a 20:00 (35 €)
Tui Shou (empuje de manos) y
Yong Fa (métodos de aplicaciones)

DOMINGO 2
Módulo 3: 10:00 A 13:00 (35 €)
Primera parte de Siming Xiao Yao San
(Abanico de la serenidad de Siming)

PRECIO DE LOS TRES MÓDULOS
100 €


Para la reserva de la plaza el alumno deberá comunicar su asistencia por e-mail a info@tainostrum.es

El abanico de la serenidad de Siming

La forma Siming Xiao Yao San, «El abanico de la serenidad de Siming», es un forma taoísta cuyo origen nace de las influencias de las formas del palo de los trece peregrinos y la espada Wudang.

Estas técnicas han sido transmitidas al maestro Wang Bo por un monje taoísta llamado I Chen, quien vivía retirado en los montes de Siming Shan. Su práctica le permitía purificar su mente antes de entrar en meditación, además de poder defenderse.

Esta forma compuesta de 108 movimientos permite entender el manejo del abanico como un arma efectiva. Pero mas allá de eso, sus posturas, combinando ejercicios complejos de equilibrio con técnicas explosivas, permiten al practicante encontrar un estado de alivio del corazón (tranquilidad) además de fortalecer el cuerpo.

Las técnicas representan la mitología taoísta con nombres tales como Zhang Sanfeng forma un talismán o He Xiangu prepara el cinabrio rojo.
En este primer curso estudiaremos la primera parte de la forma compuesta de 22 técnicas.

Para este acceder a este módulo se requiere abanico personal de práctica. Los interesados en adquirir uno pueden solicitarlo directamente en la dirección de mail de Tainostrum junto con la preinscripción en el seminario.

El precio del abanico es de 15 €.

lunes, 22 de marzo de 2010

Curso de introducción al estilo Chen: sábado 17 de abril


Próximamente contaremos con la visita del maestro Thomas Cantegrit a Málaga así que hemos organizado un taller de introducción al estilo Chen de la familia Wang para repaso de los que han asistido a otros cursos e introducción a los que quieren conocer los conceptos y el trabajo de la maestra Wang Yang y su representante Thomas Cantegrit.

El taller tendrá una duración de dos horas. Si estás interesado en conocer los detalles, escríbenos un mensaje a info@tainostrum.es

jueves, 4 de marzo de 2010

Primer Módulo de Formación en Tai Chi Chuan: 20 de marzo 2010 (Málaga)




Comenzamos la tan esperada formación modular en Tai Ji Quan. Una nueva forma de entender el aprendizaje del Tai Ji Quan en módulos evolutivos, complementarios y repletos de contenidos en una estructura pedagógica sin precedentes.


La formación establecida en niveles permite al practicante avanzar desde los cursos iniciales hasta los cursos de nivel superior y profesorado.


El sistema que proponemos asiste al alumno en la introducción de los contenidos necesarios para conocer el Tai Ji Quan a fondo desde sus pilares fundamentales, de una forma cómoda, práctica y económica.


El programa de formación comienza este mes de marzo con un primer módulo formativo inicial de Introducción al Tai Ji Quan en el que, entre otros temas, se abordarán los siguientes contenidos:


- Explicación teórica de los fundamentos del Tai Ji Quan
- Desglose de estilos y singularidades de las diferentes ramas
- Elementos que engloba el estilo a estudiar
- La lógica de la práctica
- Estudio de la primera secuencia simplificada del estilo
- Análisis de los fundamentos bioenergéticos
- Estudio pormenorizado de las técnicas, incluyendo su trabajo respiratorio y la lógica marcial del movimiento


Al terminar el seminario se entregará a l@s alumn@s el correspondiente diploma y certificación de estudios. Dicha certificación le permitirá acceder a los próximos seminarios evolutivos del siguiente nivel de práctica y aprendizaje.


La evolución de los módulos está estructurada para un periodo de trabajo mínimo de 3 años a partir de los cuales, el/la alumn@ podrá acceder a los exámenes de profesor/a de Tai Ji Quan de nuestra asociación.


Es el momento de comenzar una formación completa, bien estructurada y con claros objetivos para el/la alumn@.


L@s interesad@s pueden solicitar la información sobre el primer curso de introducción a nuestra dirección de correo electrónico info@tainostrum.es

viernes, 29 de enero de 2010