jueves, 25 de septiembre de 2014

El Target del Taijiquan 1



Seguimos merendándonos unos a otros. Este incesante proceso comercial que inunda nuestro día a día nos traspasa en todos los ámbitos de nuestra vida. La comercialización de cualquier oferta social parece imprescindible para garantizar la supervivencia de éstas.
Por otra parte, la tendencia progresiva a implantar un modelo de pensamiento excesivamente materialista y racionalista nos está llevando a reducir progresivamente la inversión social en todo aquello cuyo futuro posible beneficio no tenga un impacto directo en alguno de los bolsillos de los que manejan la partida.  Parece que no plantamos o no queremos plantar los árboles cuya sombra nunca veremos.
Podemos apreciar el deterioro progresivo que están sufriendo las humanidades, incluyendo sin lugar a dudas en ellas a las corrientes artísticas que tanto han aportado en la construcción positiva del ser humano. El arte parece que se está quedando sin apoyos y necesita encontrar los medios de subsistencia que le permitan superar este bache.
Al referirnos a arte o a humanidades estamos hablando también de la intelectualidad en su expresión social más acertada. Por lo que parece, volvemos a repetir la historia pero en una forma de contrasentido en el que, a pesar del auge burgués incómodamente vinculado a un modelo político decadente, las luces no terminan de aparecer.
Esta decadencia de los elementos que configuran socialmente la espiritualidad activa del grupo humano, el que formamos todos los que vivimos en este país y en este mundo, nos lleva a plantearnos una enorme cuestión basada en la productividad: ¿qué beneficios económicos produce el arte? También podemos ampliarla subsecuentemente a otra más afinada: ¿qué formas de arte son más productivas en el ámbito de lo económico?
Ahora todo pasa por el tamiz de lo productivo y la capacidad del colectivo para sufragar la subsistencia del entramado artístico se presenta cada vez más utópica. Parece que se ha impermeabilizado la visión colectiva en todo lo que no tenga el color del euro y mostramos una tendencia generalizada a un pragmatismo equivocado basado en lo que se nos vende como absolutamente imprescindible, pero ¿acaso no es fundamental para la vida el arte?, ¿podemos prescindir de él?
La infiltración de lo artístico dentro de actividades con mayor input comercial parece inevitable. El diseño publicitario, la música comercial, los anuncios, el cine y la televisión, están acogiendo diversas formas de expresión artística que, de no ser por esa matriz, difícilmente superarían este bache en el que estamos. Podemos interpretar este proceso como una evolución integradora de los elementos económicos y artísticos, pero también podemos verla como una pérdida de esencia en la que las artes, si no pertenecen al circo de la economía, no tienen razón de ser. Esto quebranta de por sí su propia esencia, una esencia de aspiraciones muchísimo más altas que las de adornar televisivamente un producto para incrementar su venta.
La progresión evolutiva artística del ser humano debería estar protegida de toda inclemencia política, económica o social. Sabedores de su importancia para el mantenimiento de una visión equilibrada y enriquecedora de la vida, nos debería dar que pensar más de lo que lo hace actualmente.
Cuando vislumbro el futuro de nuestras disciplinas artísticas, y más concretamente la singularidad de las artes marciales en su conjunto,  veo que este proceso productivo, de materialización económica efectiva, está funcionando a pleno rendimiento. Parece complicado subsistir manteniendo la visión tradicional de la práctica marcial de cualquier estilo al que nos refiramos.
En la antigüedad, el maestro ilustrado de artes marciales conjugaba su entrenamiento con el estudio de la caligrafía, la poesía, la pintura y otras formas artísticas de expresión. Su búsqueda personal no descartaba estos elementos como inherentes a su más profunda búsqueda espiritual. Esta búsqueda parece que se ha enconado en el filtro actual de la productividad económica, la efectividad defensiva o, por desgracia, la espectacularidad circense de algunas formas deportivizadas de prácticas marciales.
En la próxima entrada reflexionaremos sobre este punto y analizaremos con mayor lujo de detalle algunas realidades que están afectando sobremanera, y en particular, a la natural evolución social de las artes marciales internas en nuestro país.